domingo, 1 de noviembre de 2015

Corto animado

La galera

Así se llama el corto que hice: "La galera". Me encanta el cine. Me fascina. Empezé a desarrollar quinientas ideas apenas dijeron "vamos a hacer un corto". Hace tiempo que no hacía uno. Nos dieron la consigna y yo ya tenía más o menos una idea hecha. Oh, debía ser basada en una historieta... bueno, seamos la excepción, jeje. (las desventajas de apurarse).
Consigna con el storyboard boceto hecho atrás:


Bueno, comencé a desarrollarla y a simplificarla por motivos practicos. Es muy fácil imaginarlo, hacerlo ya es otra cosa.






Una vez que el storyboard estaba hecho, empecé a diseñar mis personajes. Primera vez animando con dibujos, no es nada que ver a utilizar muñecos. Hay que aprovecharse de otros movimientos y no enfocarse en algunos que no quedan tan bien. Me di cuenta de eso cuando terminé. 
Diseñé a mi personaje lo más simple posible pero que tuviera características propias a la vez.



Por último, me quedaba preparar los materiales y filmar:




Terminé a las apuradas, y aunque el resultado era más lindo en mi cabeza, no quedó nada mal:

La galera

(eso subrayado ahí arriba es un hipervínculo, le hacés click y te lleva a youtube donde está el corto)

Marea

Los teselados son increíbles, pero algo... monótonos. Pero por fin volvíamos a dibujar (dibujar, no pintar) algo que nosotros creamos. Comenzamos experimentando con bocetos y comprobando que, efectivamente, estabamos dibujando puzzles:



Cómo yo siempre intento complicarmela en todo, quise hacer una libélula. Me encantan las libélulas. Pero son una espantosa figura para hacer teselados, nada linda. Pero yo me ahogo en un vaso de agua: si no hay un reto me hago uno. Mi teselado SERÍA una libélula. Punto.



Pero viendo la complicación del proyecto me tragué mi orgullo y dije no. Bien, maduré un poco. Aprendí del estrés del trabajo anterior.
Me quedé con la hermosa ballena del primer boceto. Me salió sin querer, pero era perfecta.
Aún así. Los teselados me aburren un poco. Quería hacerle algo. La impresición de la consigna acerca de cómo pintarlo me dio la libertad que necesitaba.
Lo pinté en degradé. Que le quita toda la gracia al teselado porque se nota más un color que va cambiando de forma vaga en vez de figuras bien delineadas que nunca cambian. Bueno, sí. No elegí la mejor técnica para resaltar el teselado. Pero me encantó el resultado.

(y el nombre me parece una genialidad, honestamente)

Retrato de autorretrato... más grande

Entregar la copia del autorretrato fue glorioso ¡Por fin! No voy a tener que hacer esto otra vez. Bueno, no fue así. Otra vez debía copiarlo, pero en grande. Misma técnica, pero en vez de escala 1:1 era 1:3. Ah, y pintarlo con una escala de tonos de un matiz creado por uno mismo. *respiro hondo* Muy bien, puedo hacer esto!
Las buenas noticias eran que no tenía que ser detallado como la otra vez, las malas eran, que debía hacerlo otra vez.
Lo copio, hago las principales siluetas. Lo hice más rápido que la vez pasada: era más simple y conocía las formas. Creé un matiz de naranja que a mi madre le fascina y ella lo llama "color roma".  Todo pronto.
Se supone que debíamos crear los cinco tonos de entrada, pero no lograba avanzar de esa forma. No podía clasificar la cantidad de tonos de la fotocopia en solo cinco. Así que en vez de tormentarme las tres horas pinté lo que iba más oscuro, lo más oscuro posible. Y lo que era más claro, lo más claro posible. Luego por partes: una manga, la otra, el brazo, el pelo, el rostro (el rostro!!!) , y todo lo demás. Iba comparando y pintando.
La bandeja que usé quedó más linda que el trabajo, no entiendo cómo la tiré. Y por algún motivo el naranja con negro quedaba verde, pero no estaba como para molestarme por eso. Lo hecho, hecho está.
El último día estaba corriendo para terminarlo. Me estaba quedando sin pintura. Sonó el timbre y me quedó una esquina sin terminar y dos gotas de pintura ¡Lo lamento, querida lámina, te van a corregir sin terminar!

Retrato de autorretrato

El trabajo que empezamos después de terminar el sillón fue retratar un autorretrato.
Una copia en blanco y negro de no más de 12x14cm de un artista tenía que ser fielmente copiada a otra hoja. Mismo tamaño, mismos tonos de gris. Tenía que quedar igual.
El método fue dividir el autorretrato en cuadrantes y copiarlos uno por uno. Era un trabajo para hacer de a bocados chicos. Ir copiando cuadrado por cuadrado, sin preocuparse si eso era una nariz o un botón.
Al principio funcionaba, es más, era satisfactorio y agradable ver cómo iba tomando forma. A la tercera semana y trigesimo cuarto intento de copiar el rostro ya no más.
Fue el trabajo más estresante que hice en mi vida. Pero lo logré. Repito: lo logré. O por lo menos lo terminé y lo entregué, que era lo que estaba desesperadamente intentando hacer.


Claramente no son iguales. Y ahora que lo veo después de dos meses le encuentro muchas más correcciones. Pero no quiero volver a tocar ese papel nunca más en mi vida. 
Quizás vuelva a hacer este ejercicio, trabaja la observación y los detalles, además de el manejo motriz y asegurarse de que tu mano haga lo que tú querés que haga. Pero voy a ir más lento y avanzando gradualmente.