domingo, 1 de noviembre de 2015

Retrato de autorretrato

El trabajo que empezamos después de terminar el sillón fue retratar un autorretrato.
Una copia en blanco y negro de no más de 12x14cm de un artista tenía que ser fielmente copiada a otra hoja. Mismo tamaño, mismos tonos de gris. Tenía que quedar igual.
El método fue dividir el autorretrato en cuadrantes y copiarlos uno por uno. Era un trabajo para hacer de a bocados chicos. Ir copiando cuadrado por cuadrado, sin preocuparse si eso era una nariz o un botón.
Al principio funcionaba, es más, era satisfactorio y agradable ver cómo iba tomando forma. A la tercera semana y trigesimo cuarto intento de copiar el rostro ya no más.
Fue el trabajo más estresante que hice en mi vida. Pero lo logré. Repito: lo logré. O por lo menos lo terminé y lo entregué, que era lo que estaba desesperadamente intentando hacer.


Claramente no son iguales. Y ahora que lo veo después de dos meses le encuentro muchas más correcciones. Pero no quiero volver a tocar ese papel nunca más en mi vida. 
Quizás vuelva a hacer este ejercicio, trabaja la observación y los detalles, además de el manejo motriz y asegurarse de que tu mano haga lo que tú querés que haga. Pero voy a ir más lento y avanzando gradualmente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario